Samay explora la relación íntima y transformadora entre un hombre y el océano, utilizando el surf como metáfora de la libertad personal, la curación y la conexión con el hogar. Con el telón de fondo de su viaje de Lima (Perú) a Australia, la película sigue a un hombre que, a pesar de estar físicamente alejado de su tierra natal, encuentra consuelo y un sentimiento de pertenencia a través de las olas. El océano se convierte en un santuario en el que puede escapar de las duras realidades de su pasado y su presente, ofreciéndole un salvavidas que le ancla a sus raíces.
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